*Entrevista realizada a Ricardo Cuenca en el diario La República ► https://bit.ly/2KBZC6W
La semana comenzó con el escandaloso destape de que, en los cuadernos de comprensión lectora publicados por el ministerio de Educación, se habían “colado” textos sobre sexualidad que parecían escritos en la era victoriana y, por si fuera poco, otros que mutilaban la historia del conflicto armado interno. Para evaluar la gravedad de lo sucedido, fuimos a buscar a Ricardo Cuenca, director del Instituto de Estudios Peruanos y experto en temas pedagógicos. Aquí lo que conversamos.
¿Cuál es el peligro de que políticos, jueces o grupos de padres se metan en el currículo escolar?
El peligro es que terminan anteponiéndose los intereses particulares frente a los nacionales o públicos. Imagínate que se siente precedente de que unos jueces determinen qué se enseña. Lo que hacen es debilitar la rectoría del Estado a la hora de armar un sistema educativo…
¿No ha ocurrido nunca?
Nunca. Y no sé si ha ocurrido en otros países. Por lo menos en América Latina, no.
Los de Padres en acción dicen que el Estado se encargue de enseñar ciencias y números, y nosotros, los valores. ¿Qué hay de verdad y de falacia en eso?
Mucha falacia. No hay ningún país en el que la educación sea destinada solo a un campo específico de la vida. De hecho, la propia ley general de educación y los marcos normativos te hablan de la formación integral. Las familias le encargan al Estado la organización de un sistema que permita que se formen ciudadanos que puedan aportar a la formación de país. Eso es la base de por qué se crea un sistema educativo.
En países más desarrollados, ¿cómo es la vinculación del padre con la educación?
Hay muchas maneras. La más común es como la que tenemos acá, de asociaciones de padres que acompañan al colegio en las decisiones que se van tomando, que van desde cosas extracurriculares hasta el acompañamiento en casa. Es decir, acompañando en general el proceso. Lo que no se ha visto nunca es que decidan sobre los instrumentos pedagógicos.
¿Ni en España, donde hubo un debate sobre la presencia de la iglesia en el sistema educativo?
No, porque lo que hacen es lo mismo: la manera como quieren entrar es a partir de los cursos de religión y el único argumento que tienen, es decir: “Enseña solo ciencia, que aquellos otros temas los enseño yo en la casa”. De lo que se trata, en el fondo, es de entender que todo lo que tiene que ver con el enfoque de género tiene que ver con un tema de ciudadanía. No es un tema de sexualidad.
En ese sentido, ¿los hijos son un dominio de sus padres? ¿El Estado tiene menos derecho que los padres a educarlos?
No son propiedad de nadie. Felizmente, con la Declaración de Derechos del Niño, los niños son sujetos de derecho. Y la educación es un beneficio colectivo más que un beneficio individual. Que una persona esté bien educada trae más beneficios a la sociedad en general que a la propia persona. Y eso lo tiene que regular alguien.
La pretensión de estos colectivos ¿de qué manera afecta el derecho de padres con una mirada más liberal de la educación?
Hace un tiempo, una de las personas de Padres en acción se contacta conmigo y me dice que ellos tienen todo el derecho, es decir, el mismo rollo, y yo le dije: “¿Qué pasa si mañana un colectivo de padres con hijos LGTBI interpone una demanda porque quieren que se exprese libremente la sexualidad de sus hijos en las escuelas secundarias?”.
Cosa totalmente factible…
Exacto. ¿El Estado qué va a poder hacer? Otra vez va a sentirse desvalido, porque hay una intervención en aquella rectoría que tiene para poder enseñar algunas cosas. Y ese es el problema, ahora, por ejemplo, con que el ministerio haya convocado a congresistas para que opinen sobre un texto escolar. Es decir, se vulnera la rectoría del Estado en materias educativas en este caso en particular.
¿Se pueden incorporar sugerencias de Padres en acción o de Con mis hijos no te metas igual que las de Promsex u otras instituciones especializadas?
Es que hay una falsa democracia también. Convocar a todos, incluso a los absolutamente opuestos, termina siendo un ejercicio no tan democrático, porque a la larga no vamos a poder ponernos de acuerdo en nada. Lo que hay que reconocer en una democracia moderna es que hay antagonismos que no van a solucionarse.
¿Y marginar a quienes son muy opuestos?
¡No! Saber que están opuestos, pero que la decisión la toma el Estado. Para eso está. Porque la otra pelea es una pelea ideológica que no tiene ningún sentido. La posición que van a tener los congresistas fujimoristas respecto al conflicto armado interno o Rafael Rey respecto a los colectivos LGTBI no va a cambiar, como no va a cambiar la posición del movimiento Ni una menos. Lo que tiene que hacer el Estado es tomar una decisión sobre qué hace con esos esquemas. Pero poner sin ninguna preparación, pensando que va a desarrollar capacidades críticas, un texto como el de Fernando Maestre (que aconseja esperar a los 24 años para tener relaciones sexuales) no tiene sentido.
¿Qué es lo más peligroso de lo que se ha querido contrabandear en estos textos?
Son varias cosas en tres niveles. El primero, y el más importante, es que debe ser un llamado de atención para ver cómo funcionan las políticas públicas. El origen de esos textos, como el de comprensión lectora, está en la gestión de Jaime Saavedra y termina en la gestión de Idel Vexler. O sea, si estos textos, con estas impertinencias, han atravesado tres gestiones, es porque hay algo en la política pública que no está funcionando.
¿Estos textos tienen circulando todo este tiempo?
¡Sí! Desde que se elaboraron el 2016. Entonces dices: algo está fallando. No puede ser que pasen tres ministros, con tres equipos, y que el 2016 se elabore un texto que contenga esas cosas, y que ahora se descubra. ¡Es increíble! Y si no sale esto, nadie se da cuenta. Y los padres, que ven lo que leen sus hijos, ¡tampoco se dan cuenta!
¿No es que se les haya pasado?
Bueno, si se les pasó, son malos funcionarios [risas]. Peor aún. Entonces, lo más peligroso es saber que estamos ante una política pública muy vulnerable. Lo segundo es, nuevamente, la situación vulnerable en que se pone al Estado peruano y al Ministerio de Educación. Y lo tercero, en contenidos, es que, sí, ha salido este tema de la sexualidad y de Rafael Rey y Los chistosos, pero también hay otros textos que tienen que ver, por ejemplo, con el conflicto armado interno, lo que están haciendo es fraccionar la historia. Lo más peligroso es eso.
De otro lado, a estas alturas, un chico de 15 años no busca información o guía para su vida sexual en un texto de comprensión lectora, sino en Internet…
Los textos escolares son todavía el instrumento pedagógico más importante de las escuelas. Los profesores se valen mucho del texto como instrumento para poder desarrollar sus clases…
Aun así, ¿pesan en las decisiones sexuales de los adolescentes?
No creo, pero lo que sí generan es esta disputa política. Es decir, el currículo es un campo de batalla en el que todos quieren poner sus cosas, porque justamente el currículo es el ideal de persona que quieres formar. Es decir, yo quiero formar este tipo de ciudadanos y por eso les enseño tales cosas. A la larga, independientemente de lo que diga Maestre, veo los datos y me doy cuenta de que los chicos no le van a hacer caso.
De otro lado, ¿qué tan malo es que venga alguien a decirles “ten sexo a los 24 años”? Tampoco es una recomendación descabellada para quien quiera tomarla…
No, pero, en todo caso, se debe tener la libertad de exponer las cosas así y no tener solo ese texto, pues pareciera que esa es la recomendación que te da. Y, además, porque en la guía del docente te dicen cómo tienes que responder a eso. Entonces, el tema se vuelve complejo, porque no es un tema técnico, de ciencia. La educación es un hecho político. No es un hecho pedagógico y nada más.
Del Minedu han dicho que se va a corregir para el otro año, pero estos textos ya se están usando.
Mientras estamos hablando, los chicos ya los están usando….
¿Qué tan realista es decir que los van a corregir?
Nunca ha habido, desde los 90, que hay políticas de dotación de textos a las escuelas, una situación en la que se tengan que recoger los libros. Yo no sé si este es el mejor camino para corregirlo, pero creo que sí se debería formar una comisión que ayude y acompañe al ministerio para elaborar los mejores textos posibles, teniendo en cuenta las discusiones que se dan ahora, sin tomar partido por alguno. Incluso esperando lo que el Poder Judicial diga sobre el enfoque de género…
El ministerio ha dicho que por eso se tuvo que quitar el término “enfoque de género” y que, hasta que el Poder judicial no dirima, no pueden hacer nada…
Igual no pueden hacer nada ahora, pero si se siguen demorando, no va a haber textos para imprimir el próximo año. Es como una trampa.
Yendo a la fragmentación de lo ocurrido durante el conflicto armado interno, evidentemente tiene un sesgo que favorece a una visión política. ¿Esta es una claudicación del gobierno o se les pasó?
Si llegan a hacerlo, claro que sí. Yo espero que no…
Pero ya en los textos se omiten los abusos de las fuerzas armadas.
Si quedasen así hasta el final, sería claudicar y un retroceso enorme. La construcción de la memoria siempre es un proceso conflictivo y muy complejo, pero igual hemos avanzado en algo. El caso de la educación es el mejor reflejo de lo que pasa a nivel macro político. Hay una gran disputa todavía no resuelta que el gobierno no tiene claro cómo manejar y que se ve reflejada en estas discusiones.
El ministro ha dicho que, para subsanar eso, van a convocar a las fuerzas armadas, a expertos políticos y colectivos de padres… ¿Eso es válido?
No es válido para nada, porque no vas a obtener nada. ¿Qué va a obtener de una conversación que ya de por sí es polarizada, con actores polarizados? Lo que hay es un montón de avances fuera. Se ha trabajado en Israel, Argentina, Alemania, se está trabajando en Colombia, en cómo tengo que atender pedagógicamente situaciones de conflicto. Eso es lo que tenemos que hacer. O sea, llamar a los demás para que te digan “yo quiero que no se llame conflicto armado interno, sino terrorismo” y el otro diga “yo quiero que se llame conflicto armado interno, porque así aparece en la CVR”, no va a solucionar en nada el problema. Insisto: necesitamos rectoría y liderazgo del Estado.
Finalmente, con un gobierno que no tiene liderazgo, ¿cómo se puede, desde la sociedad civil, presionar para que este formato educativo se modernice, meter el enfoque de género o la verdad del conflicto armado interno?
Lo que necesitamos es recuperar la política en el país. Tanto del Estado como de la sociedad, porque estas discusiones son discusiones políticas. Entonces, cuando la sociedad civil sepa que necesita una acción colectiva para poder colocar temas en la agenda pública, discutirlas, las cosas van a ir mejor. Pero sin duda necesitamos un Estado más fortalecido y comprometido.