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Hace una semana, este Diario cumplió su aniversario 180. Buena ocasión para reflexionar sobre esta empresa, que se ha ganado por su longevidad e importancia la consideración de ser prácticamente una institución republicana.
Una importante publicación reciente nos ayuda a reflexionar sobre el Diario. Se trata de “El Comercio y la política peruana del siglo XXI. Pugnas entre liberales y conservadores detrás de las portadas” (Lima, IEP, 2019), de José Alejandro Godoy. El autor hace una revisión de la evolución política del Diario y ubica una etapa liberal, asociada al civilismo durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX; luego, una más conservadora, entre las décadas de los años treinta y cincuenta, marcadas por la lógica de enfrentamiento con el Apra, al que se le atribuyó el asesinato del director del Diario, Antonio Miró Quesada, y de su esposa, María Laos, en 1935. Es la etapa del “diario de la oligarquía”. Los sesenta serían más desarrollistas y nacionalistas, donde destaca la figura de Francisco Miró Quesada Cantuarias, y los ochenta, recuperado el Diario después de la expropiación del gobierno militar (1974-1980), nuevamente más conservadores.
En los ochenta, cuando empecé a leer el Diario con más regularidad y conciencia, debo confesar que mis preferencias políticas estaban más cerca de “El Observador”, “La República” o “El diario de Marka” (hasta la dirección de Sinesio López) que de El Comercio. Sin embargo, en sus páginas culturales y científicas era posible leer a Óscar Miró Quesada de la Guerra (Racso), a Tomás Unger, a Ricardo González Vigil, y con alguna frecuencia textos de Carlos Germán Belli, Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren y muchos otros, un lujo que era impensable en otros diarios. El único suplemento cultural equiparable en calidad fue “El Caballo Rojo”, de Antonio Cisneros, en “El diario de Marka”, pero esa es otra historia.
Los noventa fueron años de una suerte de transición, y el libro de Godoy se concentra en el nuevo siglo. Nuevamente tenemos una etapa más liberal entre 1999 y el 2008, bajo la dirección de Alejandro Miró Quesada Cisneros, muy marcada por la crítica a la etapa final del fujimorismo y el apoyo al proceso de transición. Recuerdo alguna de las marchas contra la segunda reelección de Fujimori, al pasar por la esquina de Lampa y Miró Quesada, haber oído la consigna “Comercio combativo, el pueblo está contigo”, inimaginable para quien se formó con la idea de que se trataba de un diario conservador. Godoy registra un nuevo giro conservador entre el 2008 y el 2014, bajo las direcciones de Francisco Miró Quesada Rada y Fritz Du Bois. Sin embargo, este último marca el inicio de la búsqueda de una gestión más profesional y menos de empresa familiar, lógica que se consolida bajo la dirección de Fernando Berckemeyer (2014-2018) y con una orientación, nuevamente, más liberal en lo político.
Godoy se propone explicar las razones de los virajes del Diario a lo largo de su trayectoria reciente. Para el autor, el papel del director es la clave para la determinación de la línea del Diario, que ha ido ganando autonomía y espacio más allá del papel de los propietarios, “conglomerado con decenas de accionistas, cinco ramas familiares y tendencias que han sido contrapuestas”. Esa dispersión fortalece al director y a los editores, lo que abona a favor de una línea más profesional y periodística que intenta consolidarse.
Así, El Comercio parece enfrentar con relativo buen pie los muchos desafíos del futuro. Es una gran satisfacción ser un colaborador más en sus páginas.