Chomsky señaló hace quince años que lo que se iba instaurando como modelo en los medios masivos estadounidenses, cuya propiedad estaba cada vez más concentrada en pocas manos, no era un sistema de comunicación sino un sistema propagandístico. En los medios estatales es fácil notar que suelen estar al servicio del gobierno de turno, mientras que resulta “más difícil advertir la actuación de un modelo propagandístico cuando los medios de comunicación son privados y no existe censura formal; en particular cuando tales medios compiten activamente, atacan y exponen con cierta periodicidad los errores del gobierno y de las corporaciones, y se autocalifican enérgicamente de portavoces de la libertad de expresión y de los intereses generales de la comunidad” (Chomsky, Los Guardianes de la Libertad, 2000:21).
Si analizamos a dos de los diarios del mayor conglomerado mediático peruano, el Grupo El Comercio, pasado ya el fragor electoral, podemos señalar con nuevas y frescas evidencias que aquí también tenemos un modelo de propaganda. Voy a concentrarme en la manera en la que se presentaron en portada los resultados de las dos últimas encuestas nacionales, en la línea de lo sugerido por Matteo Stiglich para ir más allá: estos ejemplos muestran cómo la agenda de los medios no representa sino hace uso de las opiniones de los ciudadanos en función de sus propios intereses (familiares, económicos, políticos y/o circunstanciales).
La rabieta de Perú 21
En nuestro país, se ha vuelto una práctica común del periodismo tomar a las encuestas de opinión pública como la noticia en sí: sus resultados hacen la portada. Usualmente, las encuestas tienen como eje medir la intención de voto en tiempos electorales y durante los gobiernos su centro se convierte la medición de la aprobación de la gestión de las autoridades. La presentación en portada de Perú 21 de la última encuesta de Datum, sin embargo, nos muestra una agenda opuesta: de lo que se trata es de invisibilizar la aprobación presidencial, que por su magnitud (70%) y tendencia al crecimiento luego de una elección reñida, bien podría haber sido un hecho noticiable relevante para la agenda ciudadana.
Perú 21, 9 de setiembre 2011
En lugar de ello, se presenta a tres congresistas en la imagen y cuatro porcentajes. La asociación obvia de quien observa esta portada sería pensar que los números se refieren a los congresistas, pero, un momento, son cuatro porcentajes y tres congresistas. En efecto, solo uno de los datos se refiere al congreso en general y no a ellos en particular: 57% cree que parlamentarios buscaron protagonismo al ir a sesionar a Ica. Las otras tres cifras se refieren a actores políticos que no están en la imagen: Ollanta Humala (70% de aprobación), Susana Villarán (75% de desaprobación) y Ricardo Soberón (47% piensa que debe irse de Devida).
Vemos aquí cómo no solo se busca minimizar la noticia de la aprobación presidencial sino además confundirla con tres datos desaprobatorios referidos a otros actores (Congreso, Villarán y Soberón). Al interior del diario nos encontramos con otros dos datos relevantes: la gran mayoría de encuestados está de acuerdo con el impuesto a las sobreganancias y con la Ley de Consulta Previa (80% y 78% respectivamente). Entonces, en la agenda de Perú 21 el respaldo de los públicos al cumplimiento de promesas electorales del nuevo gobierno, que implican cambios de política de largo plazo, resulta menos relevante que señalar que los congresistas son unos figuretis.
Dentro del diario observamos que 50% está en desacuerdo con el viaje de los congresistas a sesionar en Ica, mientras que 41% está de acuerdo. Digamos que la encuesta no llega a proporcionarle a Perú 21 un sustento popular contundente para tal afirmación de su figuretismo. Pero, vamos, qué importa. Frente a respuestas no tan contundentes, lo mejor es hacer una portada que desinforma y manipula imagen y datos confundiendo a los lectores. Ciertamente, la “fotografía de la realidad” como suelen llamar los especialistas a las encuestas, siempre puede ser photoshopeada para coincidir con lo que el medio de comunicación quiere resaltar. Pero reemplazar argumentos por manipulación informativa a modo de sustento de una posición mediática dista ser periodismo serio: se vuelve propaganda (desleal por lo demás).
Fuente: Antiprensa