Lee la columna de nuestra investigadora principal, Roxana Barrantes ► https://bit.ly/2CKxPhT
Bailamos juntos, la pareja complementando pasos de manera armoniosa? ¿O bailamos cada uno por separado pero, al mismo tiempo, una misma coreografía? Una marinera es bailada en pareja y la gracia es la coordinación, que viene con la práctica previa en pareja, en conjunto, poniendo el baile por encima del interés de cada uno.
La Macarena, por el contrario, consiste en un conjunto de pasos de una coreografía y la bailo sola, no dependo de qué está haciendo otro participante; pero visto desde fuera, la descoordinación puede resultar hilarante.
En este símil, los pasos del baile son los procedimientos legales que todo funcionario tiene que seguir. El funcionario tiene que entregarse a que el ciudadano viva feliz, mejore su calidad de vida. Pero mucho de aquello que mejora el bienestar del ciudadano depende de la coordinación de varias dependencias, cada una con su procedimiento. ¿Coordinan (bailan marinera)? O ¿cada uno sigue su procedimiento a su propio ritmo (bailan la Macarena)?
Esos son los extremos de la coordinación, o ausencia de ella, cuando se ejecutan obras públicas.
Este verano los ejemplos de que los funcionarios públicos prefieren la Macarena a la marinera abundan. Harto ya se ha escrito sobre el inoportuno momento cuando nuestras autoridades decidieron comenzar con las obras viales en el sur, para que nuestra ciudad esté lista para los Juegos Panamericanos en julio de este año.
Muchos limeños encuentran un domingo de entretenimiento en su paseo a la playa y muchos negocios, pequeños en su gran mayoría, “hacen el año” en la temporada de verano atendiéndolos. ¿Qué recordarán del verano del 2019? Los primeros pensarán en la frustración, mientras que los segundos probablemente estén en la quiebra y buscando otras actividades para continuar su vida. ¿Cuántos de los que estaban bailando la Macarena han asumido alguna responsabilidad? No recuerdo a ninguno.
El aniego del colector de aguas servidas en San Juan de Lurigancho es otro ejemplo, quizá más dramático por las consecuencias en la salud pública. Los aspectos de coordinación intersectorial han sido deficientes, si no inexistentes. ¿No era que el consorcio constructor es técnicamente imbatible en la región? ¿Cómo pudo ocurrir este error en una obra de esta importancia? Si había un tema técnico deficiente, ¿dónde estaba el supervisor de la obra? Si el supervisor no ´vio´, ¿no le tocaba a quien luego debía operar el colector? Y si el operador tampoco lo vio, ¿dónde estaba el organismo regulador? Pero, claro, me dirán en el organismo regulador, no alcanza el presupuesto.
Podría seguir con una lista interminable de ejemplos donde se prefiere la Macarena, a la marinera. Si el bienestar del ciudadano no estuviera en juego, que sigan decidiendo qué bailar. Pero el resultado final de bailar la Macarena son ciudadanos descontentos y eso es algo que los funcionarios públicos deberían evitar.