Se habla insistentemente de la necesidad de cambiar a los ministros de interior y defensa, después de los recientes sucesos en el Vrae; algunos cuestionan también a Óscar Valdés como Presidente del Consejo de Ministros, y suman a los cuestionamientos la manera en que se ha tratado el proyecto Conga. A diversos comentaristas les llama la atención lo que consideran una falta de decisión del presidente Humala, al mantener a los ministros en sus puestos.
El problema es que para hacer cambios ministeriales no es nada sencillo. Llevamos apenas ocho meses de gobierno, y ya se tuvo que sacrificar al primer gabinete, presidido por Salomón Lerner, que no llegó a los cinco meses. Recordemos que el gabinete Del Castillo con García duró dos años y dos meses; Dañino, con Toledo, duró cerca de un año. Más atrás tenemos al gabinete de Hurtado Miller con Fujimori, que casi llegó a los siete meses, a pesar de que le tocó implementar la traumática política de shock para enfrentar la crisis hiperinflacionaria. Los primeros gabinetes son muy importantes, porque son el puente entre las promesas de campaña y las realidades del gobierno, y porque marcan el rumbo que se seguirá durante todo el periodo. Si no se establecen grandes metas o iniciativas al inicio, será muy difícil hacerlo después. Algunos dicen que solo se gobierna en los primeros dos años, en los otros dos se defiende lo que se intentó hacer, y al final solo se sobrevive.
El problema para Humala es que, con el alejamiento de Lerner, se alejó también el grupo político, intelectual y técnico de confianza que le daba orientación estratégica, discurso y cuadros y funcionarios. Al no tener con quién reemplazar a los que se fueron, en el gabinete Valdés primó la continuidad; pero se trata de una suerte de cuerpo sin cabeza. Si bien la orientación general del gobierno se mantiene, no se tiene mayor iniciativa, salvo en algunas áreas. Resulta clamorosa la falta de ideas en seguridad y defensa.
El Presidente puede verse ante la necesidad de hacer cambios en esos ministerios, pero la pregunta es por quién reemplazarlos, y para qué. ¿Qué tipo de ministro se necesita? ¿Alguien que aquiete las aguas, o alguien que llegue con una agenda de reformas? ¿Cuáles? ¿Cómo afecta eso las relaciones con las FF.AA., con la policía, con las fuerzas en el Congreso? Mi impresión es que ni el presidente ni el presidente del consejo de ministros tienen por ahora respuestas para estas preguntas, de allí la percepción de parálisis.
Al gobierno parece irle bien en general, pero se está quedando sin oxígeno rápidamente. De la crisis de hoy seguramente podrá salir, pero más adelante se requiere recuperar la iniciativa política. ¿Cómo? Si vemos los antecedentes en los gobiernos de García y Toledo, encontramos que el desgaste se enfrentó nombrando como presidentes del consejo de ministros a personalidades independientes con juegos propios, como Beatriz Merino o Yehude Simon. ¿Intentará Humala jugar una carta como esa? ¿Con quién?
Fuente: La República