Martín Tanaka: El chavismo en el tiempo

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Creo aportar algo a lo mucho escrito a propósito del fallecimiento del presidente Hugo Chávez (1954-2013) proponiendo una mirada del chavismo a lo largo del tiempo.

El Chávez del Movimiento Boliviariano 200, que intenta derrocar a Carlos Andrés Pérez en 1992, es un nacionalista radical. Ese mismo Chávez es el que forma el Movimiento Quinta República y gana la elección de 1998, como una suerte de frente político antisistema, en el que cabían tanto sectores de izquierda como aquellos hartos del orden “partidocrático” imperante. Todos coincidieron en la necesidad de fundar un nuevo orden institucional, expresado en la Asamblea Constituyente y la nueva Constitución de 1999, y en la primera reelección de Chávez en 2000. Podría decirse que el nuevo orden no tenía en sí mismo ningún componente no democrático, el problema fue que la refundación institucional era acompañada de una lógica de copamiento impuesta por una fuerza mayoritaria, aunque todavía no hegemónica. Hasta los primeros años de la década de 2000 el chavismo era fuertemente cuestionado, y el intento de golpe de Estado de 2002 fue resultado del descontento existente. Su base de respaldo era ya era claramente popular, y se consolidó de un lado de un clivaje socio-económico, pero también étnico y cultural, que también conocemos en el Perú. De allí la polarización extrema que generó.

La oposición intentó sacar a Chávez del poder apelando a una revocatoria, en agosto de 2004, que este terminó ganando. Para entonces ya se beneficiaba del crecimiento económico que ha favorecido a toda la región desde esos años, basado en el aumento de los precios de las materias primas. Esto, y el ausentismo de la oposición le permitió consolidar un poder prácticamente total: en diciembre de 2005 las elecciones legislativas le dieron a Chávez el control del 100% del Congreso, hegemonía confirmada con la segunda reelección de Chávez en 2006.

En este periodo se consolidaron las políticas sociales que han generado la identificación de gran parte de los sectores populares con Chávez; al mismo tiempo, se dejó la lógica de frente político para pasar a una más ideológica de construcción del “socialismo del siglo XXI”, y del “partido único” de la revolución. Dos caras de la misma moneda, que dieron lugar a mejoras sociales, pero también a ineficiencia, corrupción, culto desmesurado a la personalidad, y acentuación de un modelo económico petrolero y rentista, nada “alternativo”. Esto le dio nueva oportunidad a la oposición, que recuperó presencia en el Congreso desde 2011 y en la elección presidencial de 2012, en la que Chávez fue reelecto por tercera vez.

¿Qué lección extraer de este recorrido? A mi juicio, que la concentración excesiva de poder es intrínsecamente negativa, y que conspira contra las mejores intenciones revolucionarias. También que si la democracia no es eficaz en el terreno distributivo, siempre estará amenazada por liderazgos mesiánicos.

Fuente: La República (10/03/2013)