Según la información preliminar respecto a la inscripción de listas para las elecciones regionales y municipales de octubre, tenemos un notorio aumento en los niveles de fragmentación política en el plano regional: pasamos de 225 listas a 337, un aumento del 50%, con un promedio de 13 listas por región. En el plano provincial y distrital el aumento en el número de listas ha sido de 14 y 3% respectivamente, dejando un promedio de 9.7 listas por provincia y 6.6 por distrito. Además, tenemos evidencia de que la enorme mayoría de listas son altamente personalistas e improvisadas, y que no tienen propuestas ni impulsan proyectos de desarrollo regional o local.
Quiero llamar la atención sobre el hecho de que esta realidad es la consecuencia lógica de los estímulos establecidos por nuestro sistema político, que ha generado la fragmentación tanto vertical como horizontal de nuestro precario sistema de representación: no se articulan los espacios nacionales, regionales y locales, y tampoco los espacios regionales, provinciales y locales entre sí. Tenemos un Congreso que representa a los departamentos del país, y no existe un ámbito de representación ubicado en el ámbito regional (resultante de la integración de departamentos) o nacional propiamente dicho. Lo “nacional” suele identificarse con lo “limeño”, y lo “provinciano” queda librado a los particularismos locales.
En los departamentos no hay ningún incentivo para pensar en regiones propiamente dichas, y ni siquiera se piensa el departamento como integridad; prima una visión en la que tenemos más bien una suma de provincias, cuestión agravada porque la conformación de los consejos regionales ahora se define en circunscripciones provinciales uninominales. Esta personalización del voto terminará de debilitar cualquier esfuerzo por construir movimientos regionales con un mínimo de coherencia y visión de conjunto.
Frente a este panorama, ¿qué hacer? Hace rato que deberíamos ponernos de acuerdo sobre la urgencia de implementar una reforma que busque combatir consecuentemente la fragmentación política, en sus dos dimensiones. La lógica es que los requisitos para inscribirse y tener derecho a representación sean mucho más exigentes, y mucho más expeditivos los mecanismos para perder el registro cuando no se cuenta con respaldo ciudadano; al mismo tiempo, se debe promover la articulación entre lo nacional, regional y local, no su separación, como sucede en esta elección.
Hoy tenemos 27 partidos inscritos, que abandonan los espacios regionales y locales; claramente deberíamos tener menos, y con raíces en las regiones y localidades. Al mismo tiempo, los movimientos regionales deberían tener asentamiento en más de un departamento, y en todas las provincias de los mismos; del mismo modo, las organizaciones locales provinciales deberían cubrir más de una provincia, y todos los distritos dentro de estas.
Fuente: La República (11/07/2010)