En las últimas semanas, a propósito de la publicación del libro Postcandidatos (Lima, Mitin Eds., 2011), y en particular de un par de artículos del politólogo Carlos León, se ha hablado de la aparente existencia de una “nueva generación” de científicos sociales en general y de politólogos en particular, que estarían en conflicto con una “vieja guardia” de intelectuales y políticos. En realidad me parece que tal conflicto no existe; sin embargo, sí vale la pena reflexionar sobre la probable existencia y características de un lento cambio generacional en el escenario intelectual peruano. Someto a debate algunas ideas muy preliminares.
Alberto Flores publicó en 1987 un artículo sobre la “Generación del 68”. Flores decía que su generación estuvo marcada por acontecimientos ocurridos alrededor de ese año, como el mayo francés, la Guerra de Vietnam, el inicio del régimen velasquista, asuntos que ponían en el centro preocupaciones asociadas a la necesidad de una revolución social, el asumir un compromiso político, cierta adhesión al marxismo, el apoyar movimientos populares conducentes a un cambio social. Así, un grupo de políticos e intelectuales de izquierda, que luego militó en partidos de izquierda u ocupó posiciones en universidades, ONG y otros espacios, dio lugar a una producción de ciencias sociales muy importante, ciertamente reflejando el ideal de un intelectual público o comprometido.
¿Estamos ante la aparición de una nueva generación? Podría ser, si es que pensamos que los nuevos científicos sociales estarían marcados por experiencias diametralmente opuestas: la caída del muro de Berlín, el terrorismo y la división de la izquierda, la crisis de la década de los años 80 y el autoritarismo y la corrupción de la de los 90. No es de extrañar entonces que la nueva hornada de politólogos tenga una visión muy crítica de los partidos, incluyendo los de izquierda, y que la militancia partidaria haya sido sustituida por una suerte de identidad profesional y por un compromiso político democrático definido en términos muy generales.
Resulta interesante explorar si es que estos cambios, así esbozados, se dan también en otras áreas. Desde hace algunos años, historiadores como Paulo Drinot plantean la existencia de una nueva generación, signada por una identidad plural y profesional, alejada del compromiso político, que se expresa, por ejemplo, en un renovado interés y una suerte de revalorización del siglo XIX. Así, donde antes había la denuncia de un orden oligárquico, hoy se ven esfuerzos interesantes de construcción de proyectos políticos nacionales.
Los narradores también pueden ser llamados a esta discusión: en ese terreno se habla de la generación “Mc Ondo” que deja de definirse por un compromiso con la novela total, de denuncia política, de temática típicamente “latinoamericana” que sería propia de los escritores del “Boom”, y que adoptaría una plena libertad creativa. ¿Qué se puede decir de la poesía, la dramaturgia…?
Fuente: La República