Por fin pude conseguir y leer el excelente libro de Osmar Gonzales, La academia y el ágora. En torno a intelectuales y política en el Perú (Lima, Fondo Ed. de la UNMSM – IPEDEHP, 2010). A pesar de que ya lleva algún tiempo publicado, vale la pena reseñarlo y llamar la atención sobre la prolífica producción del autor sobre estos temas; Gonzales ha publicado en los últimos meses tres libros más que merecen lectura y debate. En estas publicaciones Gonzales reúne un amplio conjunto de artículos publicados en diversos libros y revistas, de no fácil acceso, añade algunos inéditos y los organiza temáticamente de manera eficiente.
En La academia… Gonzales revisa diversos y complejos aspectos de la relación entre intelectuales y política en el Perú a lo largo de la historia. De un libro muy rico en ideas y sugerencias, quisiera resaltar aquí algunos puntos que me parecen especialmente relevantes para entender aspectos centrales del debate político actual. Primero, el planteamiento de la distinción entre intelectuales de “razón privada” y los de “razón pública”: los primeros se dirigen a sus seguidores y fieles, mientras que los segundos a los ciudadanos en general.
Gonzales constata la primacía de los primeros sobre los segundos, y sobre esa base se puede entender no solo la debilidad del debate intelectual en el país, también el sectarismo, la ideologización, y la pobreza de nuestro espacio público. Segundo, la noción de la paradoja de los intelectuales peruanos, cobijados dentro de la cultura criolla, pero que pretenden ser críticos de ella, y de reivindicar al pueblo excluido del orden del que forman parte. Tensión especialmente fuerte en el caso de la izquierda, que se arroga la representación del pueblo, cuando en realidad tiene que construirla. Es una tensión que atraviesa a los intelectuales cercanos hoy al humalismo, por ejemplo.
Tercero, el debilitamiento del papel de los intelectuales frente al peso de los tecnócratas; a diferencia de los intelectuales de razón pública, los tecnócratas no pretenden convencer, persuadir, educar, sino más bien imponer su racionalidad desde un saber que no necesitaría de acción política para construir legitimidad. Este es un rasgo proveniente del fujimorismo, pero cuyos ecos se perciben hasta la actualidad, en el gobierno, en la oposición, en el gobierno central y en la Municipalidad de Lima.
Finalmente, un cuarto tema que plantea Gonzales es cómo la debilidad del aporte de los intelectuales hace que tengamos en los últimos años una política sin ideas, e ideas sin política. Las políticas no se sostienen en propuestas que le fortalecen en el debate, sino que siguen inercias y sentidos comunes sin mayor examen crítico. Con el gobierno actual, intelectuales de izquierda tienen la posibilidad de que sus ideas finalmente se lleven a la práctica; pero se necesita también que las ideas liberales tengan organización y expresión política.
Fuente: La República