Publicado en: La República
Fecha Dom, 12/09/2010
Obtenido en: http://www.larepublica.pe/virtu-e-fortuna/12/09/2010/las-independencias
Acaba de publicarse Las independencias. Doce ensayos, de Hugo Neira (Lima, U. Garcilaso de la Vega, 2010). Difícil comentar un libro tan heterodoxo como el propio autor, que va desde un examen del orden colonial hasta los desafíos políticos del presente, pasando por los procesos independentistas, los caudillos, las oligarquías, los intelectuales, la cultura y la identidad de nuestros países latinoamericanos; una aproximación ensayística ubicada a medio camino y por encima de la historia, la sociología, la ciencia política y los estudios culturales. Si uno se despoja de los lentes de cada una de las disciplinas particulares, y se deja llevar por las múltiples preguntas, sugerencias, desafíos que plantea el autor, la lectura resulta de lo más estimulante.
Un libro como este, que se mueve en registros múltiples, hace que cada lector pueda encontrar su propio hilo conductor a lo largo de sus páginas. Quiero resaltar uno, que articula las reflexiones del autor sobre el “antiguo régimen colonial”, los caudillismos y los desafíos políticos del presente. Una de las secciones más ricas del libro es aquella en la que Neira se ocupa del antiguo régimen y llama la atención sobre el hecho de que nuestro orden colonial implicó un fuerte mestizaje, a diferencia de otros órdenes coloniales, como en África y Asia.
Ese mestizaje fue la expresión de un orden político signado por un particular tejido de alianzas, relaciones de compadrazgo, integraciones segmentadas, parciales y subordinadas. Un orden así no se basa en una oposición entre peninsulares, criollos e indígenas, sino entre diversos grupos clánicos, linajes, fragmentados, enfrentados, pero en permanente negociación. Neira no ve el orden colonial como una herencia de exclusión, discriminación y racismo, sino como un legado contradictorio de integración y subordinación.
Esta lectura permite entender también a los caudillos, presentes desde la formación de nuestras repúblicas hasta nuestros días. En contextos de actores sociales, políticos e instituciones débiles, de alta fragmentación, los ejes de articulación pasan por liderazgos personalistas, que tejen redes y lealtades cara a cara, pero siempre precarias e inestables. Los caudillos tienen así un doble rostro: son vehículos de integración, basan su liderazgo en la capacidad de representar a “los de abajo”, son el puente con los sectores “altos” de la sociedad, pero al mismo tiempo son “bárbaros”, autoritarios, personalistas.
Me llama mucho la atención cómo Neira permite encontrar continuidades históricas de larga duración en elementos muy actuales: hoy pensamos el escenario político de las regiones sobre la base de alianzas circunstanciales en torno a caudillos personalistas, que articulan precariamente los espacios nacional, regional y local, configurando un escenario de fragmentación y diversas formas de subordinación, no tanto de exclusión.