Acaba de aparecer el Latinobarómetro 2013, encuesta de opinión que cubre los 18 países latinoamericanos, salvo Cuba, con entrevistas realizadas entre mayo y junio de este años, representativas del total de la población. Como en todos los años, aparecemos como un país muy singular. Si bien hemos sido la economía que más ha crecido en el último año, con Paraguay y Panamá, tenemos los más bajos niveles en cuanto a la evaluación de cómo está la situación económica de cada entrevistado, junto a Honduras y República Dominicana, y en general somos los que más nos preocupamos por problemas económicos. Además, nos preocupa especialmente el problema de la delincuencia, junto a Venezuela y Uruguay.
Al mismo tiempo, tenemos expectativas relativamente altas de movilidad social: una diferencia relativamente alta que surge de comparar los indicadores estadísticos de estratos sociales con las autopercepciones: somos de los países con más tendencia a que población “pobre” se defina como de “clase media”, junto a Bolivia, Ecuador y México.
En lo político, como hace tiempo, en el sótano: somos los menos entusiastas con la afirmación de que la democracia es el mejor sistema de gobierno, junto con México y El Salvador; pensamos que nuestra democracia tiene “grandes problemas”, junto con Honduras, Paraguay y Brasil; somos los más insatisfechos con el funcionamiento de la democracia, con México y Honduras. Esto se expresa en que somos el país donde más entrevistados piensan que la democracia puede funcionar sin Congreso, con México y Panamá. Estas visiones críticas se expresan en sentimientos de cierta desafección política: somos el país con los más bajos niveles de interés en la política, junto con Chile y Costa Rica. Al mismo tiempo, somos uno de los países en donde menos entrevistados se identifican como de izquierda o derecha, junto a Chile, Brasil, Bolivia y Argentina. En cuanto a quienes sí lo hacen, Perú aparece como el país más centrista de toda América Latina, la región, seguido por Paraguay y Bolivia.
Acaso el crecimiento económico y los cambios que ha generado han aumentado nuestras expectativas, pero al mismo tiempo se han hecho más evidentes nuestros problemas institucionales, por lo que la criticidad y la distancia frente al sistema político siguen siendo enormes. A pesar de esto, no parecemos inclinarnos por salidas radicales ni de izquierda ni de derecha. En el Perú prosperan retóricas antisistema y antipolíticas, pero sin signos ideológicos distintivos.
PS. No hay mucho que comentar todavía sobre el nuevo presidente del Consejo de Ministros, César Villanueva. Su gabinete ministerial, con los cambios correspondientes, empezaría recién a finales de año, inicios del próximo. Es obvio que al presidente Humala no le gusta que lo “apuren”. Prefiere pagar el precio de la caída en la popularidad, a cambio de, supuestamente, mayor estabilidad a mediano plazo. Veremos si esta apuesta rinde sus frutos, Villanueva es un muy buen político.
Fuente: La República (04/11/2013)