A la luz de varios acontecimientos recientes, me atrevo a sugerir algunas ideas que considero deseable que fueran asimiladas por la derecha.
La reciente resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que pidió la anulación de la sentencia que redujo las penas de Vladimiro Montesinos y de miembros del “Grupo Colina” por el caso Barrios Altos, debería llevar a repensar la actitud de amplios sectores de derecha respecto a estos asuntos.
Ellos suelen simpatizar con un razonamiento que implica reducir o minimizar la responsabilidad penal de quienes dirigieron e implementaron políticas que llevaron a la violación sistemática de los derechos humanos; y denostar del sistema interamericano de protección y defensa de los mismos, supuestamente controlados por “caviares”.
Debería entenderse que esta retórica y práctica política conducen inevitablemente a un callejón sin salida en lo doméstico y a un papelón en el ámbito externo. Así, está muy bien reivindicar la importancia del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), institución del Banco Mundial con sede en Washington D.C., para asegurar la estabilidad de los contratos y velar por la buena imagen del país como destino de inversiones; pero no se puede vivir la esquizofrenia de negar al mismo tiempo la importancia del respeto al Estado de derecho y a los derechos humanos. Una derecha moderna debería por lo tanto marcar distancias con sectores ultras marcados por la retórica más rancia y tradicionalista del fujimorismo, que también tiene pendiente una reconversión democrática.
Otro asunto está relacionado con la suspensión de facto del proyecto Conga y las buenas noticias en cuanto a las perspectivas de crecimiento económico y ritmo de la inversión privada. En la práctica esto significa que la derecha no tiene por qué asumir colectiva y corporativamente los errores de manejo de una empresa particular. En los pasillos del Club Empresarial se puede escuchar decir que la mala reputación de Yanacocha es comprensible dados los muchos errores cometidos, pero que ellos no deberían afectar a otras empresas empeñadas en desarrollar buenas prácticas. Pero es un discurso que debería ser público, y la derecha poner por delante una propuesta clara de desarrollo inclusivo, y no la defensa a rajatabla del sector privado.
Finalmente, en las últimas semanas se comentó un incidente de racismo en las calles de San Isidro, protagonizado por un grupo de jóvenes en estado de ebriedad. Algunos comentaristas de derecha escribieron columnas condenando el hecho específico y el racismo en general. Otro ejemplo que debería ser seguido: la bandera de la lucha contra la discriminación no tendría que ser ajena a una derecha liberal, así como tampoco la crítica a la irresponsabilidad, frivolidad, indolencia, de la “élite limeña”. En esto debería retomarse una larga tradición, por lo que caería bien releer Paisajes peruanos, de José de la Riva-Agüero, a cien años de su publicación.
Fuente: La República (30/09/12)