Ha causado gran impacto la destitución del presidente Lugo en Paraguay. Las elecciones están a nueve meses, y el escenario más probable es el triunfo del Partido Colorado, a pesar de que en 2008 el triunfo de Lugo era resaltado porque “por fin” terminaba con la larga hegemonía de ese partido, en el poder desde 1947. Este domingo (hoy) se realiza la elección presidencial en México, en la que probablemente el PRI gane y vuelva al poder con Enrique Peña Nieto, a pesar de que en 2000 el triunfo del Partido Acción Nacional (PAN) era resaltado porque ponía fin a la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI), en el poder desde 1928. En ambos casos se criticaba a esos viejos partidos por autoritarios, corruptos, clientelistas.
A los peruanos estos hechos no deberían llamarnos la atención: Alan García casi gana las elecciones de 2001 y luego ganó las elecciones en 2006, a pesar de su pésimo gobierno entre 1985 y 1990; y Keiko Fujimori casi gana las elecciones en 2011, a pesar de que apenas en 2009 su padre había sido sentenciado a 25 años de cárcel por la comisión de graves delitos durante su gobierno. Tenemos también la vuelta de Daniel Ortega al poder con el Frente Sandinista en Nicaragua en 2007, después de haber encabezado una gestión muy ineficiente y corrupta entre 1985 y 1990; o la actual hegemonía del peronismo en Argentina, después de la decepción con el presidente Menem y la elección de Fernando de la Rúa en 1999.
¿Porqué en algunos países viejos actores desprestigiados dejan el poder y no vuelven más, y por qué en otros logran volver? En Venezuela, Acción Democrática (AD) o el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) en Bolivia, por ejemplo, antes partidos predominantes, ahora parecen definitivamente extintos. Ensayo un esbozo de respuesta; de un lado, los viejos partidos desplazados del poder deben, primero, evitar el desbande, mantenerse cohesionados; para esto, mantener posiciones en el Congreso o en gobiernos subnacionales ayuda. En México el PRI perdió las elecciones federales, pero fue capaz de ganar las gobernaciones en varios estados; en Argentina el peronismo siempre fue fuerte a nivel provincial; los colorados en Paraguay mantuvieron una importante representación parlamentaria. Segundo, deben reinventar su imagen, ya sea mediante nuevos liderazgos, o con un cambio de discurso de sus viejos representantes. Peña pretende dar un nuevo rostro al PRI, así como Horacio Cartes en el Partido Colorado. Ortega en Nicaragua y García en Perú volvieron a la presidencia con discursos muy diferentes a los de sus primeras gestiones.
De otro lado, es crucial la capacidad de nuevos grupos para consolidarse en el poder. El fracaso de De la Rúa en Argentina, la debilidad de Toledo, lo mal que le va al PAN en México, el fracaso de Lugo, explican también la vuelta de los viejos partidos; por el contrario, la fortaleza de Chávez y Morales enterró a AD y al MNR, respectivamente. Atención que si Humala termina mal, la próxima elección podría definirse entre un candidato antisistema y la “vieja guardia” representada por Alan García o Keiko Fujimori.
Fuente: La República