Se trató de la caída más rápida del primer Consejo de Ministros que se recuerda del actual periodo democrático; recordemos los casos de Hurtado Miller (julio 1990-febrero 1991), Roberto Dañino (julio 2001–julio 2002) o Jorge del Castillo (julio 2006–octubre 2008). Caída desconcertante porque no se da en el marco de ninguna crisis mayúscula y con un gobierno que cuenta con una importante aprobación ciudadana de todos los sectores.
Es más, si consideramos que la realización del proyecto Conga es la que desencadena la caída, lo que tenemos hoy es que este se encuentra suspendido, el paro indefinido en Cajamarca y el estado de emergencia levantados, las mesas de diálogo instaladas y funcionando, y la viabilidad de aquel proyecto supeditada a un nuevo Estudio de Impacto Ambiental, es decir, exactamente la posición que defendía Lerner.
En otras palabras, este no cae por las políticas que promovía; esto se verifica al ver la composición del nuevo gabinete, en el que no se han producido cambios dramáticos de orientación. Pero si bien Lerner no cae por la decisión de “derechizar” el gabinete, sí es cierto que con su salida se cae el proyecto de construir una opción política de izquierda articulada que combine las nociones nacionalistas del presidente con la “asesoría política y técnica” de los Ciudadanos por el Cambio, gestada en enero del 2010.
Creo que el gabinete Lerner cae porque este no logró armar un equipo capaz de actuar con eficiencia de manera articulada y porque tampoco logró demostrar que su estrategia para enfrentar los conflictos sociales, basada en el diálogo y en la noción de que se trata de demandas legítimas, fuera mejor que aquella que proponía firmeza ante demandas lideradas por grupos politizados con intereses propios.
Así, el problema no era la propuesta de Lerner respecto al tema Conga sino lo reiterado del recurso de dirimir disputas a través de presiones en los medios por parte de su gente; y, por otro lado, el hecho de que no haya sido la estrategia negociadora de Lerner la que logró la suspensión del paro sino la declaratoria del estado de emergencia. En otras palabras, se desnudó la ausencia de operadores políticos, que supuestamente la izquierda tenía, y lo difícil que es negociar con dirigencias sociales poco representativas, con hábitos confrontacionales y lógicas cortoplacistas.
La conclusión, para el presidente Humala, fue que el proyecto de Ciudadanos por el Cambio no solo no le aportaba nada que no pudiera conseguir sin ellos sino que prescindiendo de ellos ganaba en coherencia y en estabilidad. De esto se desprende que el gabinete Valdés sea solo una respuesta de corto plazo a la crisis inmediata, y Humala seguirá buscando cómo llevar a la práctica su promesa de “crecimiento con inclusión social”. Claro, ahora con más dureza que diálogo y sobre la base de personas, no de colectivos, siguiendo la inercia de los últimos años.
Fuente: La República