Sabemos por una carta que Nicolás Maquiavelo (1469-1527) terminó de escribir su libro El Príncipe en 1513, hace quinientos años. Esta modesta columna se llama Virtù e Fortuna en homenaje a Maquiavelo, aludiendo a dos de sus conceptos fundamentales, desarrollados en este y otros de sus libros. En nuestro medio, Hugo Neira se ha ocupado también de este importante aniversario.
En esa carta dice que acaba de terminar de escribir un libro sobre los principados, en el que discute “qué es un principado, qué tipos hay, cómo son ganados, cómo son mantenidos, y cómo son perdidos”. De hecho, en los primeros capítulos del libro Maquiavelo dice que “todos los Estados… han sido o son repúblicas o principados”. Añade que no hablará allí de las repúblicas, porque de ellas ha escrito en otro lugar, refiriéndose a su libro Discursos sobre la primera década de Tito Livio, cuya escritura habría empezado también en 1513. Y de los principados, dice Maquiavelo que son hereditarios o nuevos, y que lo que le interesa estudiar son estos últimos. Los primeros se mantienen sobre la base de la tradición, los que son problemáticos son los nuevos: allí los hombres tienen expectativas de mejora con el cambio que luego los lleva a la desilusión y al final “tienes como enemigos a los que has ofendido al ocupar el principado, y no puedes mantener la amistad de los que te introdujeron en él”. ¿Cómo mantenerse entonces en el poder? El libro siempre ha generado controversia y escándalo, por tener respuestas a esta pregunta que parecen fundamentar la noción de que “el fin justifica los medios”.
Para entender El Príncipe hay que saber que en 1513 Maquiavelo, de 44 años, está exiliado y viviendo en la pobreza, dedicado a cazar zorzales y cortar leña. Maquiavelo había sido Secretario de la Cancillería de Florencia, cargo al que llegó a los 29 años, y que ejerció hasta 1512. Maquiavelo fue funcionario de una república, y cayó en desgracia con ella. Acusado de conspirador, fue encarcelado, torturado y exiliado. Maquiavelo escribe El Príncipe, como un intento de acercarse, congraciarse nuevamente con el poder, dando consejos útiles para los nuevos gobernantes, para reinstaurar un orden republicano. Maquiavelo fracasa, el libro no genera las reacciones que espera, y en 1514 en una carta dice que “continuaré entre mis piojos sin encontrar quién se acuerde de mis servicios o que crea que yo pueda servir para algo”. Maquiavelo murió en 1527, y El Príncipe recién fue publicado póstumamente, en 1531.
Quinientos años después de escrito, El Príncipe se mantiene como una de las obras cumbres del pensamiento político universal. En nuestro medio, nos llama la atención sobre la importancia de tener líderes con principios republicanos; pero que para llevarlos a la práctica, estos deben tener la astucia de los zorros y la fuerza de los leones. Lo que solemos tener es políticos astutos o fuertes sin principios, o principistas ingenuos y voluntaristas.
Fuente: La República (09/09/2013)