A estas alturas, debe ya aceptarse que hemos llegado a una situación de entrampamiento, cosa terrible para un gobierno que no llega a su primer año de gestión. La agenda gubernativa está hundida en las lagunas del proyecto Conga, y Yanacocha debe aceptar, como tuvo que hacerlo en el pasado, que es imposible operar con niveles tan altos de confrontación. El camino de sacar adelante Conga haciendo demostraciones de fuerza por parte de la autoridad, para así no conceder una victoria política a grupos “antimineros” ha demostrado su inviabilidad. Por este camino se llegará a un callejón sin salida de cada vez más enfrentamientos, represión, heridos y muertos, que generará una dinámica de polarización de consecuencias imprevisibles. Y en ese momento, la derecha que hoy pide ese rumbo deslindará del gobierno para evitar asumir sus costos políticos. De lo que se trata es de cambiar de orientación estratégica.
Sin ese cambio, el camino del diálogo tendrá muy pocas posibilidades de éxito, por más esfuerzos que puedan hacer mediadores bien intencionados. En este momento, como se ha hecho evidente, quienes lideran las protestas en Cajamarca no tienen incentivos para negociar. La confrontación los mantiene en el centro de la atención pública, movilizan y refuerzan la identidad de sus bases, sintonizan con el sentido común antiminero, antigubernamental y antiestatal, que puede acaso no ser mayoritario, pero que resulta para ellos una manera de construcción política más eficaz que cualquier otra en la actualidad, por lo menos para Cajamarca. La dinámica de polarización en la que estamos cayendo, lejos de debilitar la protesta, está galvanizando una oposición que pasa cada vez más por la reivindicación de la dignidad y de la identidad regional contra el centralismo. En todo caso, el camino de combinar fuerza con estrategias de convencimiento, como propone Jaime de Althaus, es imposible de lograr con el actual Consejo de Ministros, o con una recomposición del mismo basada en las mismas personas. Existe ahora una barrera gigantesca de desconfianza y un encono que requiere de nuevas personas que encarnen una nueva aproximación a los problemas.
¿Esto cambiaría la lógica de quienes encabezan las protestas? Probablemente no, pero la clave acá no está en convencer a estos dirigentes, sino en ganar la batalla de la opinión pública: en este momento, esos dirigentes aparecen defendiendo los medios de vida tradicionales de Cajamarca contra un gobierno coludido con una empresa egoísta. De lo que se trata es de cambiar la actual lógica de relación entre Estado, empresas y comunidades, y desde esa nueva filosofía replantear el proyecto Conga. Todo depende del presidente Humala. ¿Está todavía abierta esta posibilidad, o la “derechización” del gobierno marca un camino de no retorno? Para un gobierno tan tomado por el corto plazo, con una clamorosa falta de recursos políticos, existe todavía margen de maniobra, pero el tiempo se está acabando.
Fuente: La República