Lee la columna de nuestra investigadora principal, Roxana Barrantes ►https://bit.ly/33vX2sT
Desde este pasado lunes, las parejas jóvenes (18 a 40 años) con ingresos conjuntos menores a poco más de tres mil soles podrán acceder a un bono que les servirá para pagar el alquiler de su techo, independiente del de sus padres, así como a ahorrar para la casa propia. Con la publicación del reglamento de la Ley Nº 30952, se implementará este novedoso uso de los recursos del Tesoro Público.
Como toda medida de política pública, tiene ventajas y desventajas. Aparte de las mencionadas, otra ventaja es que se estimula el mercado de alquileres y el mercado de la construcción de viviendas. Una desventaja es el costo del aparato administrativo que se debe implementar para minimizar la filtración y la subcobertura, ambos errores propios de políticas focalizadas.
Implementar esta política, en lugar de otras, ilustra el esquema de prioridades del Gobierno. Un punto a favor es que tenemos una política pública focalizada en los jóvenes, pero por ahora están comprendidos aquellos entre 18 y 40 años, lo cual extiende bastante la edad tope que suele ser utilizada para ser considerado joven.
Sin embargo, me pregunto si tener vivienda propia es la prioridad para esta población. Con la definición del INEI de población joven, aquellos peruanos entre 14 y 24 años hoy componen el 18,7% de la población económicamente activa (PEA), pero solamente el 13,5% de ellos tiene un empleo formal. Separemos estas cifras según sexo (cisgénero): las jóvenes constituyen 8,3% de la PEA y solo el 12,3% accede a empleos formales, comparados con 10,3% y 14,4%, respectivamente, para varones.
Miremos ahora a quienes culminan educación superior.
Nuestra investigación reciente en el IEP mostró que, al iniciar la búsqueda de empleo de cualquier tipo, los recién egresados hombres tienen más probabilidades de conseguirlo frente a las mujeres (94% versus 92%), así como también son mayores las probabilidades de que un varón graduado encuentre un empleo formal (56%) o que emprenda o inicie un emprendimiento formal (78%) a que lo haga una mujer (53% y 68%, respectivamente).
Sigo avanzando, y encuentro que la trayectoria de los ingresos de mujeres madres comparada a la de hombres padres es totalmente desigual a favor de estos últimos: los padres jóvenes ganan 18% más que las madres jóvenes.
Con esta evidencia, me pregunto si no es tiempo que, como sociedad, asumamos una responsabilidad por la reproducción y evitemos las pérdidas que las mujeres jóvenes puedan sufrir debido a una maternidad temprana.
Junto con políticas de educación sexual, como sociedad necesitamos apoyar a las jóvenes. ¿Por qué no un bono para pagar guarderías?
Así, se estimularía el mercado de profesionales de cuidado y se facilitaría la inserción laboral de madres jóvenes.