Artículo original en El Comercio
Hace unos meses, el 31 de octubre del año pasado, falleció Teodoro Petkoff, a los 86 años, después de una larga enfermedad. Para las nuevas generaciones, Petkoff era el director de un combativo periódico venezolano de oposición al chavismo, “Tal cual”, que terminó sus días siendo objetivo de varias denuncias por parte del gobierno; Diosdado Cabello demandó por difamación e injuria no solo a un articulista del diario, también a su director y sus accionistas.
Así, Petkoff tuvo una injusta orden de impedimento de salida del país, que no solo le impidió viajar a Madrid a recibir el premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística en el 2015, sino que lo obligaba a presentarse semanalmente a los juzgados a los 83 años.
Pero Petkoff no solo fue uno de los más duros críticos al autoritarismo de los presidentes Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Fue y es también una figura emblemática para la izquierda latinoamericana.
Cuando estudiante, participó en acciones de protesta contra la dictadura de Pérez Jiménez (1953-1958). En 1962, bajo la influencia de la revolución cubana, y como parte del Partido Comunista de Venezuela, integró el grupo guerrillero Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN); fue apresado tres veces entre 1963 y 1969, y se fugó de prisión en las primeras oportunidades. En la tercera, fue amnistiado por el presidente Caldera. En 1968, lideró un giro muy profundo a favor de la democracia.
Diversos académicos peruanos se han referido a la “generación del 68” para explicar la influencia de las ideas de izquierda revolucionaria entre los jóvenes universitarios peruanos, refiriéndose a los sucesos de mayo en Francia y al golpe de Estado del general Velasco, entre otros.
Para Petkoff, 1968 remite a otro acontecimiento: la “primavera de Praga” y la invasión soviética de la antigua Checoslovaquia. Es decir, la toma de conciencia de la importancia de las libertades democráticas, del rechazo al autoritarismo y a las lógicas que justifican prácticas opresivas en nombre de nobles intenciones revolucionarias, que en realidad encubren la corrupción y el afán de poder de las cúpulas gubernamentales. Esto dio lugar a la publicación de su libro “Checoslovaquia: el socialismo como problema”, de 1969, un hito fundamental en la historia de las izquierdas en la región, y el primer paso de su conversión democrática.
Acorde a esta nueva orientación, en 1971, fundó el Movimiento al Socialismo, pionero en tener una orientación socialista democrática. Gabriel García Márquez ganó en 1972 el premio Rómulo Gallegos por “Cien años de soledad” y donó el dinero del premio al MAS, para apoyar su participación en las elecciones de 1973, en las que Petkoff fue elegido diputado.
Más adelante fue ministro en el segundo mandato del presidente Caldera (1994 -1999). En las elecciones de 1998, el MAS se integró a la alianza liderada por el Movimiento Quinta República y apoyó la candidatura de Hugo Chávez; Petkoff decidió renunciar al MAS, es decir, desde muy temprano advirtió los riesgos implícitos en la elección de Chávez.
Desde entonces, Petkoff se dedicó al periodismo, con una fuerte línea de oposición al chavismo, que caracterizó como “personalista, con fuertes rasgos de militarismo, mesianismo, caudillismo y autoritarismo”. Criticó a la izquierda “borbónica, conservadora y no democrática” que todavía se encandilaba con sus discursos, animada por su supuesta “resistencia frente al imperialismo”.
Nos hace falta don Teodoro, para darle forma a una línea de rechazo a Maduro y también de “construcción de un destino común frente a la hegemonía norteamericana”.