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Eliana está de regreso al Perú y con muchas expectativas, tras culminar su maestría. Postula a un puesto en una institución pública, donde espera aportar con sus nuevos conocimientos; sin embargo, no está preparada para responder a cuatro innecesarias preguntas: ¿Usted está casada? ¿Tiene novio? ¿Es madre? ¿Se considera malhumorada?
En el Perú, las mujeres con estudios universitarios y posgrado perciben un salario inferior en 25% al de los hombres, pese a tener el mismo nivel educativo, según cifras al 2017 del INEI.
En Chile, por ejemplo, la situación es más dramática. A mayor nivel educacional, mayor es la brecha de género en el ingreso. Los asalariados con estudios de posgrado son los que tienen la mayor brecha (28,1%).
Hugo Ñopo, economista regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), señala que estas brechas no responden exclusivamente a la existencia de discriminación. “Hay múltiples factores”, advierte.
TUBERÍA CON GOTERAS
Algunas mujeres conforme van avanzando en sus carreras, van quedando en puestos con menor remuneración y poder. Esto responde a que deben retrasar y abandonar sus carreras académicas por una serie de razones, tales como el cuidado del hogar, los hijos y la familia. A este fenómeno, en la literatura se le denomina la “tubería con goteras”.
Carla, madre de dos niños, llevaba 20 años en una entidad bancaria donde, con mucho esfuerzo, logró ser gerenta. El segundo de sus hijos empezó a tener ciertas dificultades de psicomotricidad. Tras una serie de exámenes médicos, supo que su hijo no padecía de ninguna de enfermedad. El psicólogo diagnosticó que su situación se debía a la ausencia de su madre en el hogar, que solía llegar del trabajo a las diez de la noche. Actualmente, Carla es catedrática de dos universidades y solo trabaja por las noches.
Cuando las mujeres deciden tener una familia en un determinado momento de sus carreras, en algunos casos se complica la relación con sus trabajos. Como consecuencia, muchas mujeres optan por trabajos a tiempo parcial, freelance o de consultoría, señala Norma Correa, antropóloga e investigadora del departamento de Ciencias Sociales de la PUCP.
Como consecuencia, perciben salarios menores a hombres que tuvieran una posición similar, señalan Ñopo y Correa.
EFECTO CULTURAL
De las personas con altas calificaciones académicas se espera que ocupen cargos gerenciales o de dirección en una compañía. No obstante, de quienes ocupan estos puestos se espera también que trabajen más de una jornada laboral completa, señala Hugo Ñopo.
Es ahí donde entrar a tallar la diferencia de género, ya que los hombres pueden cumplir con ese requisito, pero para las mujeres resulta casi un imposible por el tiempo que deben dedicar a sus hogares, explican los expertos.
De parte de la idiosincrasia de nuestro país, se considera que la mujer debe dedicar más tiempo que los hombres a las labores domésticas, lo cual no va acorde con las demandas de los puestos de alta jerarquía.
“En promedio, un hogar peruano necesita 30 horas por semana para funcionar, de las cuales 24 las ponen las mujeres (madres, hijas, hermanas, etc.), mientras que las seis restantes las asumen los hombres”, indica Hugo Ñopo, quien aclara que se trata de trabajo no remunerado y no delegable; es decir, que son tareas que no se pueden encargar a una empleada.
PENALIZACIÓN MATERNAL
Para ciertos empleadores, es una gran preocupación si sus trabajadoras son o serán madres. Así como Eliana nos cuenta su experiencia en una entrevista de trabajo en el sector público, Carla también tuvo un caso similar en una entidad bancaria.
Era la gerenta adjunta cuando el gerente general renunció. Tenía una maestría y varios años en el puesto. Era la indicada para asumir el cargo. Sin embargo, no le dieron la oportunidad. Tenía ocho meses de embarazo. Quien asumió la vacante fue un hombre sin experiencia en el puesto y con un menor nivel académico. Sus compañeros le comentaron tiempo después que esta situación se debía a su embarazo, no a su capacidad. A ella no le asombró. Antes ya le habían sugerido que no contrate a mujeres para ciertos cargos porque luego pueden quedar embarazadas.
Un estudio sobre las familias en Dinamarca, revela que la penalización en los ingresos de las madres respecto al de los padres cae un 19,4%, luego de una década del nacimiento del primer hijo.
DISCRIMINACIÓN
Por otro lado, un estudio de Ohio State University revela que no necesariamente quien tiene más estudios y mejores notas tendrá mejores resultados laborales.
El estudio determina que los empleadores valoran la competencia y el compromiso entre los aspirantes masculinos, pero en el caso femenino privilegian a las postulantes que se consideran “simpáticas”.
De tal manera, las mujeres con altos logros se ven perjudicadas, pues sus personalidades son vistas con más escepticismo.
Otro aspecto es el que menciona Carolina Trivelli, investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), quien señala que la brecha salarial responde también a que los puestos gerenciales o de directorios están pensados “masculinamente”.
“Algunos hombres piensan que si una mujer llega a ser gerenta general pueden pagarle menos porque ya es un ‘privilegio’ que se le acepte en un puesto que usualmente es ocupado por hombres”, comenta Trivelli.
En esa línea, solo un 41% de las empresas que cotizan en la Bolsa de Valores de Lima cuenta con al menos una mujer como miembro del directorio y, peor aun, la cifra se reduce a 9,2% en cuanto a presidentas de directorios, según cifras de un estudio elaborado por Centrum PUCP, WomenCEO Perú y PwC Perú.