No te pierdas la reseña del libro “Historia Económica del Sur Peruano. Lanas, minas y aguardientes en el espacio regional” de Martín Monsalve (editor), escrita por Carlos Garaycochea para Noticias Ser► https://bit.ly/38QR2xy
Este libro presenta una acertada iniciativa de las instituciones editoras al compilar un conjunto de artículos de historia económica sobre el sur peruano. Sigue en la línea de una publicación similar sobre la región norte del país, aparecido hace dos años. Consta este nuevo volumen de nueve artículos, referidos a diferentes sectores y territorios dentro de esta vasta región. Han sido escritos por nueve autores y una autora, principalmente arqueólogos e historiadores. En la introducción del libro se describe el contenido de cada capítulo. También se ha incluido una breve glosa de los diez autores que participan.
Lo primero que cabe señalar es lo positivo que significa plantear un libro de historia regional, en una historiografía nacional en la que “lo regional” está conformado mayormente por monografías de nivel departamental, provincial y urbano. Del mismo modo, no es una tarea fácil definir lo que es el “sur andino” desde la perspectiva histórica. En el libro se sugiere que se trata de una región cuyos pilares son lo político y lo económico. Este concepto, sin embargo, es muy limitado.
Los historiadores de temas regionales con frecuencia usan el criterio de los límites administrativos con sus modificaciones –desde las corregimientos e intendencias, hasta los departamentos y ‘regiones’ actuales–, con sus correspondientes estadísticas y mapas. Arqueólogos y lingüistas prefieren usar espacios en los que “mapean” las evidencias que van encontrado, respecto de los elementos culturales que las conforman y aglutinan.
Pero en el fenómeno económico hay que tener en cuenta que el punto de partida se encuentra en el territorio y sus características: los recursos naturales y los sistemas ambientales que contiene, así como las formas de organización social que sus habitantes han ido desarrollando. Entender la región “sur andina” parte de conocer las implicancias del gran macizo de volcanes y montañas andinas que la vertebran y que, por un lado, tiene las cuencas de la Amazonía y del lago Titicaca y, por el otro, las grandes cuencas de los ríos Ocoña, Colca, Chili y Tambo y otros menores. Pero también por la distribución desigual y diversa de recursos y ecologías.
El libro tiene el mérito de presentar diferentes perspectivas y enfoques disciplinarios centrados en la historia económica, lo que permite formular un boceto de las interconexiones económicas que se han ido formando en esta región. Es decir, tanto en los temas y lugares que se mencionan, como en aquellos que están ausentes, al final, se reconoce una trama de articulaciones económicas. Así se describen algunos productos que implican posibles circuitos de intercambio vinculados a los Inca y, anteriormente, a Tiwanaku y, en el tiempo colonial, la plata de Potosí, los viñedos de Vítor y Moquegua y, ya en el tiempo republicano, las lanas.
Pero, asimismo, esta visión holística que surge del libro nos hace ver algunas ausencias que vale la pena mencionar, como las articulaciones en diferentes direcciones de los caminos prehispánicos: las conexiones hacia las cuencas del Urubamba y el Madre de Dios, ya establecidas en tiempos incaicos y con antecedentes Wari y Tiwanaku. También los desplazamientos de algunos productos como la chonta, la coca o el oro, que luego continuarán en la economía colonial.
También se puede mencionar la ausencia en el libro de la mención a las conexiones económicas del Cuzco con las poblaciones de la cuenca del río Apurímac, incluyendo Abancay y Andahuaylas, espacio con el que ha estado tradicionalmente articulado. Otra ausencia significativa en esta historia económica es la del núcleo Arica-Tacna, con sus articulaciones económicas entre el Altiplano con la Costa y el comercio marítimo durante varios siglos, inclusive hasta 1930.
Las historias del libro tienen un sesgo de temas relativos a Arequipa. Esto podría explicarse por la mayor generación de producto final de esta subregión, pero ello contradice la intención explicita de una historia regional que reconoce todos los actores regionales históricos, que al final se resumen en lo que ocurre en el presente. En toda la obra el Cuzco aparece de manera muy tenue, como también ocurre –para los siglos XIX y XX– con el núcleo Juliaca-Puno.
También hay que hacer una breve reflexión sobre la importancia de los movimientos demográficos históricos dentro de la región y, en particular, desde la década de 1940, en que se inician con intensidad los cambios en la relación urbano-rural de la población, con su consiguiente impacto en los mercados laborales y de consumo y, por ende, en la evolución económica regional. La expansión económica de ciudades como Arequipa, Ilo y Tacna no se explicarían sin examinar cuidadosamente los movimientos demográficos. Este es un tema que no ha sido tratado.
Hay dos excelentes artículos: los de Kendall Brown, “Economía del sur peruano colonial” (capítulo 2) y Nils Jacobsen, “Ciclos cambiantes de materias primas, internacionalización limitada y productividad restringida: La economía del sur peruano, 1821-1932” (capítulo 3), que analizan periodos interesantes del sur andino, desde que surge la plata de Potosí hasta la inserción a comienzos del siglo XIX del capitalismo industrial. Los artículos de Brown y Jacobsen se complementan con la visión que describe y analiza Nicanor Domínguez sobre el altiplano puneño, “Circuitos comerciales y mineros durante los siglos XVI al XVIII en Puno” (capítulo 5).
Estos temas son un buen punto de partida para llegar a otros aspectos indispensables para entender los procesos económicos y sociales de esta región en su perspectiva histórica y que, por desgracia, no se desarrollan en esta obra. Nos referimos a la tenencia de la tierra, el sistema de haciendas y la explotación de la mano de obra indígena, desde la mita de Potosí hasta la coca y lana en el siglo XX. Es también mirar el Ferrocarril del Sur no como un adorno en el paisaje de la cuenca del río Chili, sino como la enorme inversión que fue y que determinó lo esencial de la articulación económica del Cuzco, Puno y Arequipa con el “resto” del mundo, a partir de fines del siglo XIX. Explica exportaciones físicas de productos, pero también ingresos monetarios fiscales y privados. Este proceso económico no es ajeno ni separable de las rebeliones de campesinos en Puno, del crecimiento del mercado del aguardiente, ni del crecimiento urbano de la ciudad de Arequipa, al menos en la primera mitad del siglo XX.
El último capítulo “Desarrollo de la empresa y la industria en la región sur”, es un estudio breve sobre la evolución industrial de Arequipa y Cuzco en el periodo 1890 a 1930, muy ilustrativo de los tibios intentos de iniciar una industrialización en esos departamentos. Se menciona, pero no se desarrolla, el modelo de las ‘corporaciones’ y ‘juntas de desarrollo’, que intentaron desde la década de 1960, en todos los departamentos del sur, un esquema fallido de industrialización por sustitución de importaciones. En ese mismo ámbito está la gigantesca inversión estatal en el proyecto Majes, que hasta ahora no produce ningún retorno.
Finalmente, resalto el juicio del compilador: se trata de la región más consolidada del país. En efecto, la lectura del libro nos da un atisbo de ello. Pero también lo interesante que ha de ser comparar esta situación regional, y su perspectiva, con regiones vecinas en las fronteras con Bolivia y Chile. La lectura del libro permite comenzar a imaginar una región sur andina más vigorosa en el futuro y también es una guía para las nuevas investigaciones de historia regional que esperamos esta obra motive.