Ricardo Cuenca: «El país de los docentes»

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Por Ricardo Cuenca (*)

Desde hace 15 años, muchos países voltean la mirada hacia Finlandia y su éxito educativo. Durante este tiempo, delegaciones de funcionarios educativos del más alto nivel han visitado a sus pares finlandeses buscando la “fórmula” del éxito. Activistas educativos han logrado encontrar en el sistema educativo finés un ejemplo real de que es posible educar con un enfoque de derechos y la academia ha desarrollado un conjunto importante de investigaciones destinadas a identificar los factores de éxito de esta buena educación.

Llevados por el entusiasmo que produce reconocer que el cambio es posible, algunos políticos y líderes de opinión exigen a los gobiernos aprender de Finlandia para ser como Finlandia; proponen adaptar (cuando no copiar) las políticas educativas esperando que los buenos resultados sean una consecuencia lógica de dichas decisiones. No obstante, estos 15 años de acuciosa mirada al éxito educativo finlandés indican que este cambio es posible modificando asuntos estructurales de la sociedad, a la vez que específicos de la educación, y esperando que estas decisiones se asienten durante largos lapsos.

El éxito de la educación finlandesa se produce en un país que se preocupa por crecer económicamente para producir bienestar general, que exhibe uno de los menores índices de corrupción, que combina una cultura de competitividad con solidaridad, que privilegia la acción colectiva al individualismo que transgrede las normas de convivencia entre iguales y que, finalmente, cree genuinamente en la educación y apuesta por largo plazo como horizonte en que debe esta ser entendida.

En Finlandia, la educación es gratuita y está liderada por el Estado. Cada niño recibe comida y materiales de trabajo cada día durante toda su vida escolar. Contra lo que el sentido común sostiene, la educación formal empieza más tarde y contra lo que el “deber ser” propone, el sistema educativo opera equilibradamente entre cierto nivel de autonomía de las escuelas y el acatamiento de claras decisiones provenientes desde el Gobierno Nacional.

Estas decisiones, al parecer acertadas, se sostienen principalmente en los maestros y profesores.Finlandia es el país de los docentes. Enseñar es una profesión de gran valor social. El Estado y la sociedad estiman a sus docentes y la exigencia hacia ellos está construida sobre la base del respeto. Estado y sociedad reconocen, por encima de políticos y emprendedores, en los docentes a los agentes más importantes del cambio y del desarrollo. Los docentes responden a un sistema en el que confían y esperan un buen salario a cambio de un compromiso efectivo. Estado y sociedad reconocen la importancia de ser docente y, seguramente por ello, estudian docencia los mejores estudiantes. Estado y sociedad confían en los docentes porque confían en la formación que les ofrecen, y estos se sienten seguros en su trabajo porque lejos de ser “apóstoles” son profesionales de primer nivel.

Finlandia nos expone sin rodeos que la educación es la apuesta más importante para el desarrollo de un país y que sin docentes no hay posibilidad de cambio; que solo teniéndolos de aliados, respetándolos y reconociéndolos podremos exigirles resultados y compromiso con su tarea. Espero que decidamos todos que, como en Finlandia, el Perú sea el país de los docentes.

(*) Investigador principal del IEP y miembro del Consejo Nacional de Educación.

Fuente: El Comercio (18/06/2013)