Si en el inicio gobierno de Kuczynski, sobró frivolidad y faltó política, con el actual gobierno sobra inexperiencia y postura política. Sin embargo, ambos han hecho gala de la misma falta de manejo político, los dos llegaron sin mayoría parlamentaria y en ninguno de los casos se trabajó políticamente las posibles alianzas. En 2016, desde un inicio se vio que este tipo de situación nos sumiría en una gran inestabilidad política (Morel, Zárate 2016). En el presente año se añade la polarización (que no sucedía entre PPK y Fujimori pues estaban del mismo lado del espectro ideológico), acompañada de una gran presión de los medios de comunicación, aunque un poco menos sesgada que en la campaña.
La encuesta del IEP muestra que, si bien existen críticas a los ministros, la figura del presidente Castillo sigue siendo valorada positivamente por diversos sectores de la población. Al igual que pasó con las elecciones, Lima, los estratos más altos y quienes se identifican con la derecha tienen una posición contraria al gobierno y esto no ocurre de la misma manera en el resto del país, por ahora. Sin embargo, la aprobación de Castillo como candidato electo (53%) ha disminuido ahora como presidente (38%). Si no muestra una clara capacidad de gobierno y se enrumba en una buena gestión, el capital político que aún tiene se le puede ir de las manos. En paralelo, si la oposición no mejora su papel estaremos condenados a una inestabilidad que no nos permitirá salir de la crisis en que nos dejó la pandemia.