La última encuesta del IEP nos muestra una ciudadanía permanentemente descontenta con su Presidenta y con su Congreso, y con una baja confianza hacia quienes deberían protegerla, como la policía (69% confía poco o nada).
En este clima de desaprobación y desconfianza, no es de extrañar la alta percepción de inseguridad que recorre el país. El 43% dice sentirse muy inseguro y 32% algo inseguro, un deterioro enorme si tomamos en cuenta los datos de 2021 de LAPOP. La percepción de inseguridad incide, no solo en la confianza interpersonal, sino también en el apoyo a la democracia y el sistema político.
Este sentimiento no es, sin embargo, uniforme. Como en otras encuestas previas (revisar aquí), vemos que las mujeres se sienten más inseguras (48%). Prácticamente la mitad de ellas, dice sentirse muy inseguras, ante la posibilidad de un robo o asalto en su vecindario. Este porcentaje baja a 38% en los hombres (lo que sigue siendo un porcentaje elevado). Por otro lado, a menor nivel socioeconómico aumenta la sensación de inseguridad.
Esta sensación de inseguridad contribuye a exacerbar el reflejo punitivo que ya hemos abordado en otros estudios (IEP, DDT 193). Aunque la evidencia muestra que el endurecimiento de las penas no disminuye los niveles de victimización, suele ser una plataforma de éxito electoral. Probablemente refuerce también la xenofobia que parece ir en aumento en nuestro país.