En las últimas semanas cientos de peruanos han acudido a vacunarse contra el COVID-19. Sin embargo, muchos han rechazado la vacuna principalmente debido a la marca, ocasionando que los vacunatorios registren un descenso en la afluencia. Ante ello, el Gobierno ha iniciado una campaña para desmentir los prejuicios sobre la baja calidad de la vacuna Sinopharm frente a la de Pfizer. Esta situación es preocupante porque no se trata de una decisión personal que trae consecuencias individuales, sino que éstas podrían poner en riesgo la salud de miles de personas.
Un aspecto poco mencionado, es que, si bien las personas que no desean la vacuna de Sinopharm no están precisamente en contra de las vacunas, mucha de la información que utilizan para validar su temor proviene de personas que no confían ni creen en la vacunación.
En términos generales, la postura antivacuna es un movimiento presente en todo el mundo y viene generando problemas hace mucho tiempo. Desde nuevos brotes de enfermedades que se tenían controladas como varicela y viruela, hasta obstáculos en la inoculación masiva en el caso de una enfermedad nueva como el Covid-19. Sin embargo, debemos preguntarnos ¿Cómo llegamos a esta situación?
Según un estudio realizado por dos investigadores del Instituto de Ética Biomédica e Historia de la Medicina de la Universidad de Zúrich, la elección a no vacunarse se encuentra influenciada por la creencia en teorías conspirativas, elecciones morales, religión y creencias personales. La principal razón para estas creencias es la falta de confianza en las autoridades, sean médicas o políticas. Además, estos grupos han encontrado un espacio propicio en Facebook y Twitter, donde las personas tienen la posibilidad de compartir información sea de fuentes confiables o no y llegar a una audiencia grande. Asimismo, mencionan que las personas que tienen un perfil anti vacuna generan y comparten contenido basado en opiniones y/o experiencias personales y no en datos o literatura específica.
El problema radica en la gestión de la información, especialmente en quién, cómo y dónde se difunde. Internet es un vasto espacio en el que se encuentra todo tipo de información y si bien no es posible erradicar la desinformación con un clic, se pueden desarrollar acciones concretas para hacerles frente.
Por un lado, están aquellos periodistas, líderes de opinión y medios de comunicación que difunden información falsa y opiniones que no tienen un sustento científico. Muchas veces se escudan detrás de la libertad de expresión pero olvidan que la libertad también tiene deberes y responsabilidades, en el caso de los medios y líderes de opinión, deben justificar y verificar la información que presentan al público. El problema es la intencionalidad que está detrás de lo difundido. Las noticias falsas tienen la intención de generar temor o alimentarse de las dudas que causan ansiedad, están diseñadas para ello. Por ello, debemos exigir que aquellas instituciones, periodistas y líderes de opinión que caigan en la difusión de información falsa sean sancionados y esclarezcan la información que presentaron.
Por otro lado, podemos empezar a entrenarnos en la identificación de noticias falsas para estar más informados y tomar mejores decisiones. El portal en español de la BBC tiene una guía muy útil para detenerse un momento e identificar noticias falsas en nueve pasos:
Primero es importante leer la noticia completa, no solo el titular, luego se debe averiguar la fuente de la noticia, el autor y la autoridad de quién difunde. Después, se puede hacer uso de herramientas como Google para buscar la información recibida. Allí se podrá identificar si hay otros medios o portales que la han validado. El cuarto paso va de la mano con el quinto, se debe buscar la información citada y verificar el contexto en la que fue generada la información. El sexto paso es solo en caso se haya recibido el contenido por parte de otra persona vía mensajes instantáneos, es importante preguntarle cómo llegó a sus manos. El sétimo paso está relacionado a imágenes que cuentan historias. En este caso podemos usar motores de búsqueda para ver si otros portales han reproducido la información (https://images.google.com/ o en https://reverse.photos/). El paso ocho, solo se aplica en caso de recibir un producto audiovisual, es importante usar palabras claves sobre el vídeo y buscarlas en un buscador. Finalmente, el paso nueve indica verificar las cifras de los datos presentados, pues muchas veces no se corresponden con los datos reales.
En conclusión, si bien las noticias falsas y los problemas derivados de estas no desaparecerán por arte de magia, sí podemos tomar acción y enfrentar la situación. Primero, apelando a las instituciones encargadas de regular la ética y transparencia de los medios de comunicación; y segundo, informándonos y practicando en la vida cotidiana la identificación de noticias falsas.