La decadencia de los partidos en el Perú desde hace décadas sitúa a nuestro país no solo como una de las expresiones del pronunciado declive de las instancias de representación y de la institucionalización política. También, como reverso de la trama, es anticipo y futuro de otros casos en que se extiende la presencia invasora de la indiferencia o la desafección. En el Perú además se insiste en dar nuevos pasos para que se siga desplazando de un horizonte de razonamiento convencional.
Sabemos la escasa importancia que se le otorga a los programas políticos. Quizás este hecho puede ser atenuado en sus efectos si se reconoce, desde el acuerdo o la discrepancia, la incidencia de un generalizado consenso en el país sobre la opción de una defensa irrestricta de la economía de mercado , gravitando en las intervenciones en políticas públicas y congruente además con la orientación de la mayoría de las élites intelectuales y técnicas y de vastos sectores de la sociedad. Al frente solo quedan algunos grupos sin propuestas alternativas bien fundamentadas y resistencias desde movimientos sociales en algunos departamentos o territorios con vinculaciones laxas o inexistentes entre ellos.
Le sigue como si estuvieran en un solo paquete bien atado, liderazgos que no consiguen afirmarse junto con identidades políticas que se perdieron o que no puede esperarse que surjan en otras claves, ya que no parecen acudir con la suficiente fuerza los argumentos para para tomar una decisión en esa línea. Y hasta faltan recursos materiales o simbólicos para establecer redes que conecten ya no solo los ámbitos nacionales con locales sino aun en el mismo espacio de un barrio urbano o un distrito rural.
Si acaso en los malhadados tiempos que nos lleva a la presente coyuntura algo se conseguía atisbar entre las tinieblas, ahora la ciudadanía camina a tientas en el momento de elegir a quien votar y es probable que desde la dispersión en las opciones, algún intérprete haga notar que el fin salimos del entrampamiento de un gobierno dividido y se garantice la gobernabilidad. El cuestionamiento a la calidad de la democracia que se construye desde tales bases puede sonar a idealizaciones fuera de lugar.
En las condiciones en que vivimos hasta aparece como una licencia de lenguaje aludir a una oferta electoral en un mercado político, si se quiere hacer un comentario partiendo de las percepciones mencionadas. Son veintidós los partidos que postularán. Pocos van a superar la valla electoral y contados entre ellos los que logren porcentajes apreciables de votación, digamos el 20 o 25%. No solo puede darse sobrerrepresentación, sino que el vínculo entre la elección de ciudadanos y los nuevos congresistas puede ser evanescente, desconocido, en suspenso o provisorio.
Algunos partidos, los que han comenzado a hacerse notar en las encuestas pueden urdir algunas estrategias. Acción Popular depende en buena medida de los candidatos que elija. Si no comete graves errores en estas postulaciones, puede señalar méritos (reales o atribuidos) a algunos de estos en gestiones locales o en otras áreas de actividad, así como una posición equidistante, con oposición al gobierno en algunos temas y expresión de compromiso selectivo en relación a proyectos del Ejecutivo. El Partido Morado procura que se le reconozca desde un discurso afirmativo en lo intelectual, a partir de una propuesta que se proclama bien elaborada o en argumentos que van a lo técnico apelando a experiencias de gestión eficaz en el Estado. A la vez rehúye las definiciones precisas en una y otra línea tan enfáticamente afirmadas en el principio. Esta ambigüedad según temas o coyunturas puede señalar líneas de continuidad cuando ello les convenga tanto como deslizar críticas que los lleve a proponer cambios moderados en otras coyunturas. Reclama entonces tanto competencias adquiridas como flexibilidad. Y por esta vía puede conseguir adhesiones.
Desde los intereses de Solidaridad Nacional parece atinada la decisión que sus candidatos provengan de grupos religiosos que expresan una variante radical del conservadurismo quienes están ganando capacidad de convocatoria junto a fujimoristas conocidos que pueden sacar partido del desgaste del Ejecutivo. No puede avanzar demasiado dado el poco tiempo que queda para las elecciones, y aun así a considerar que algo se puede obtener si se está jugando al límite, para conseguir votos que superen umbrales para que la organización política no pierda la inscripción. Fuerza Popular tiene votantes que le permitirán estar presente en el próximo congreso y darse tiempo para recuperar un capital político, severamente afectado, pero con algunas perspectivas de recuperación. Alianza para el Progreso puede utilizar sus recursos económicos y afinar sus criterios para desplegarse en los territorios conocidos de departamentos, provincias y distritos y llegar a otros nuevos. Algunas fuerzas de izquierda parecen apelar a enclaves territoriales y un poco más, pero esa cuestionada seguridad afecta su proyección futura bloqueando cualquier intento de alianzas que en lo venidero pudiera plantearse.
Y ocurren singulares conjunciones que expresan bien lo que está ocurriendo: el 75% de los encuestados por IPSOS-Apoyo señalan que van a votar a candidatos antes que a partidos, los postulantes por su parte viajan gratis por cualquier lista sabiendo que lo que solo vale es la conveniencia inmediata. Si antes se hablaba de franquicias electorales, ellas se negociaban o al menos se conversaban. Ahora este recurso hasta parece un elemental principio de orden respecto a la situación a la que hemos llegado.
Por lo demás, si bien no va a haber reelección de congresistas para el 2021 , todo parece indicar que este enero los que tienen altas probabilidades de llegar al congreso son algunos de los políticos denostados. Quienes buscan acceder por primera vez pueden hacerse conocer si tienen recursos y contactos y por lo demás las novedades no son de por sí virtuosas. Les queda las redes sociales a aquellos que tratan de ingresar bien dispuestos y con propuestas que aspiran a ser convincentes pero estas iniciativas acaso queden sumergidas entre trolls y fake news. Puede ocurrir que, de reformas políticas bien pensadas y bien inspiradas, solo queden en juego los temas expuestos a la controversia.